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22

Ene, 2020

Comer en tupper, entre el peligro y el mito

#PRL #Prevención #Trabajo #Empleado #Tupper #Riesgo #Salud



¿Cuántas veces has oído aquello de que el plástico de tu tupper podría producirte cáncer? Esta afirmación se popularizó tras un desafortunado e-mail enviado en 2001 que se extendió desde EEUU. En él posteriormente se incluyeron los nombres de dos importantes entidades médicas estadounidenses, el Johns Hopkins Hospital y el Walter Reed Army Medical Center. En dicho email se mencionan los peligros de consumir alimentos calentados en recipientes de plástico, ya que el plástico contiene sustancias que pueden migrar hacia los alimentos y son, además, tóxicas. Las entidades mencionadas en dicho e-mail, así como la FDA (Food and Drugs Administration) desmintieron a posteriori tener relación con estas afirmaciones. De hecho, el famoso correo electrónico cuenta con diversas características propias de un bulo, como no contar con referencias bibliográficas que apoyen su teoría.

En cualquier caso, a voz de pronto, tiene sentido pensar que de los plásticos que calentamos puedan derivarse contaminantes perjudiciales para nuestra salud, del mismo modo que el óxido de una lata puede pasar a los alimentos. Pero, esto no quiere decir que siempre ocurra así.

Para empezar, tenemos que definir el plástico como una gran familia de sustancias de origen orgánico (se basan en la química del carbono) que están compuestas por polímeros, es decir, unión de moléculas en cadena, conocidas como monómeros. Así cada monómero sería como las cuentas de un rosario, que sería el polímero. 

Conociendo qué es, a grosso modo, un plástico, podemos comentar que sustancias tan temidas, como el Bisphenol A (BPA), son el monómero que origina algunos materiales como el Policarbonato o la resina Epoxi; el primero ha sido muy empleado en elementos tan cotidianos como CDs y DVDs y el segundo muy utilizado en revestimientos de recipientes alimentarios. Importante es aclarar que una vez que el BPA se polimeriza desaparece como tal, porque deja de ser una unidad suelta para formar una red o cadena (policarbonato o resina epoxi, por ejemplo). Es razonable pensar que tras el proceso de polimerización puedan quedar moléculas mal adheridas, que no terminan de integrarse en el plástico, y al calentar dichos recipientes con la comida estas pasen a los alimentos. Pero en cualquier caso la cantidad es mínima, aunque no por ello deba despreciarse, sino más bien plantearse si es lo suficiente o no (términos que nos importan en Medicina) para originar perjuicio al consumidor. 

¿Por qué menciono el BPA? Concretamente por ser la sustancia más polémica de los recipientes plásticos en estos tiempos. Se conoce como un “disruptor endocrino”, es decir, altera el normal funcionamiento de este sistema al tener actividad estrogénica. Actúa como si fuera estrógeno sin serlo. Además de ser potencialmente carcinógeno, entre otros.

Pero a pesar de sus efectos perjudiciales, las cantidades ingeridas son ínfimas y se metaboliza rápidamente por el organismo. Ya que el hígado en poco tiempo es capaz de convertirlo en un metabolito que ha perdido su actividad estrogénica. Esto sumado a la falta de evidencia clara sobre sus efectos negativos, y teniendo en cuenta además, que la mayoría de estudios se realizan sobre roedores (metabolizan menos eficazmente el BPA) y con cantidades mucho mayores de BPA a las que está expuesta la población, podemos considerar como alarmistas los avisos sobre los perjuicios del BPA a los que estamos sometidos habitualmente.

La FDA y la EFSA (European Food Safety Authority), en sus revisiones sobre el tema, establecen unos límites de seguridad de 4 y 5 microgramos por kg de peso y día, respectivamente. Habiendo sido, hasta 2006, de 50 microgramos. Pero debido a que el BPA se encuentra en otras sustancias como la tinta de impresión térmica de los tickets de compra y algunos cosméticos y juguetes, han optado por ser más conservadores y reducir los límites. A pesar de ello refiere la EFSA que el consumo de BPA dietético es menor al esperado

En general la evidencia no es consistente para afirmar que el BPA sea causante de diferentes enfermedades en nuestro medio y las cantidades que se manejan en el día a día son lo suficientemente seguras como para poder estar tranquilos, según refiere la EFSA.

Todo esto no quiere decir que debamos bajar la guardia, conviene recordar que no todos los plásticos son iguales y por ello solo algunos son aptos para el consumo de alimentos y/o ser calentados en el microondas. Ya que de emplear uno inapropiado podría dispararse la cantidad de contaminantes que migren al alimento o simplemente dañarse el material plástico. Así que recuerda que siempre, antes de emplear un recipiente plástico para comer o calentar en el microondas, hay que buscar la iconografía que se muestra en las figuras 1 y 2.



Las diferentes agencias para la seguridad alimentaria (en nuestro caso destaca la EFSA), velan para que los productos que consumimos y utilizamos sean seguros, a través de revisiones de la evidencia científica por expertos, que establecen los riesgos de que monómeros y aditivos puedan migrar de los plásticos a los alimentos. Por ello, si seguimos las pautas de dichas agencias y las recomendaciones de los diferentes fabricantes de plástico, y nos cercioramos de emplear productos con los iconos ya vistos, podremos garantizar la seguridad de los mismos.

No olvides visitar tu blog de Europreven para conocer más sobre plásticos, alimentación y salud en próximos artículos.


Fuentes: 
https://elblogdebuhogris.blogspot.com/2017/02/sobre-el-bisfenol-otra-vez.html
http://www.gominolasdepetroleo.com/2012/10/es-peligroso-calentar-los-tupper-en-el.html

Revisiones sobre BPA disponibles en internet:
FDA: https://www.fda.gov/food/food-additives-petitions/bisphenol-bpa-use-food-contact-application
EFSA: https://efsa.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.2903/j.efsa.2015.3978


Dr. Santiago Villoldo Martín
Médico


Europreven




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