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14
Abr, 2022
Sea cuando sea el día en que el Gobierno anuncie el fin de las mascarillas en interiores, el adiós no será inmediato ni para todos los recintos cerrados. Aún habrá espacios donde será obligatorio llevarla. Deberemos taparnos la boca para viajar en transporte público y también cuando vayamos a un hospital o a una residencia. Estas son las recomendaciones de la Ponencia de Alertas, donde está representado el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias que dirige Fernando Simón y las comunidades autónomas.
En esta nueva etapa de "gripalizar" la pandemia, se deja en manos de la responsabilidad individual el uso de protectores de boca cuando se tengan síntomas de infección respiratoria para evitar la transmisión. Y se recuerda que los más vulnerables son los mayores de 60 años, las personas con el sistema inmune comprometido y las embarazadas.
Pero hay matices que quedan reflejados en el borrador con el que trabaja el Ministerio de Sanidad. Esto es lo que se sabe hasta la fecha de los cambios que vienen:
Los trabajadores de centros sanitarios y sociosanitarios seguirán llevándola, así como los visitantes y los pacientes ambulatorios. Los enfermos ingresados, solo deberán cubrirse la boca cuando estén en espacios compartidos fuera de su habitación.
En las residencias de ancianos y centros sociosanitarios se seguirá una práctica similar. Los mayores que vivan en residencias seguirán sin llevarla y solo los trabajadores y visitantes deberán cumplir la obligación de llevarla.
El cambio mayor llega para los espacios cerrados de uso público, como los centros comerciales o las tiendas; los lugares de ocio (cines, teatros, museos, salas de concierto..) o bares y restaurantes. Ya no será obligatorio taparse la boca y se deja en manos de la responsabilidad individual su uso cuando se tienen síntomas de Covid.
En bares y restaurantes se pondrá fin al paripé de entrar con la mascarilla puesta y quitársela nada más sentarnos a la mesa.
Se elimina la obligatoriedad en los centros educativos y solo se aconseja a profesores con factores de riesgo y, en general, a la población vulnerable. No será necesario que la lleven los alumnos de ninguna edad. El argumento es que la transmisión es muy baja en menores de 12 años y en los grupos de mayor edad, el impacto en términos de gravedad clínica del Covid es más bajo que la población general. Además, se recuerda que llevar la cara tapada tiene un impacto negativo en la interacción social y desarrollo personal, por lo que "el beneficio de la retirada supera el riesgo de transmisión".
Las empresas y el entorno laboral merecen un capítulo aparte. Como norma general las oficinas y empresas son espacios cerrados donde no se exigirá el uso de estos protectores. Aunque el borrador que maneja Sanidad deja al criterio de las empresas la recomendación de que los usen sus trabajadores. «Deberá ser valorada por los servicios de prevención de riesgos laborables», dicta el documento. Se recomienda su uso siempre que el trabajo pueda realizarse respetando la distancia interpersonal de menos de 1,5 metros y no pueda garantizarse la ventilación adecuada en cada espacio. Por eso, aconseja a los servicios de prevención de riesgos laborales una evaluación de riesgo específica.
En el transporte público se mantiene la obligación no solo porque se concentra mucha población en espacios pequeños y resulta difícil mantener la distancia interpersonal. Si no porque la ventilación no siempre está garatizada. Por lo que el riesgo de transmisión es alto, tanto en metro como en autobuses.
Fuente: https://www.abc.es/
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