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Dentro del ámbito de la PRL existen diversos ejes que actúan como pilares necesarios para construir una empresa segura y saludable, consiguiendo que la prevención cumpla con sus objetivos. Uno de ellos es el Liderazgo Preventivo, un gran olvidado en este sector. 

La PRL, a diferencia de lo que se ha promulgado, y continúan promulgando numerosos SPA, es una disciplina que debe ser concebida, y aplicada, desde una óptica coordinada e integrada. No servirá de nada que contemos con un Plan de Prevención, que formemos a nuestros trabajadores en la mejora de la percepción del riesgo, si los que deben liderar la lucha contra la accidentalidad no se encuentran implicados en la actividad preventiva. Y esto es lo que se aborda precisamente mediante el Liderazgo Preventivo. 

El Liderazgo Preventivo tiene por finalidad conseguir, progresivamente, la extensión de la Cultura Preventiva por toda la organización, empezando por que los Directivos, y mandos intermedios, dispongan de los conocimientos necesarios en PRL, para que puedan ejercer unas funciones de dirección y control bajo el paraguas de la prevención. Además, para que esto pueda materializarse, es muy importante fomentar la comunicación entre todos los trabajadores de la entidad, con independencia de su cargo. Se debe establecer una relación de confianza y reciprocidad, que permita a cualquier trabajador dirigirse a los puestos de dirección para abordar posibles problemáticas. 

Los líderes de las organizaciones, la dirección y la cadena de mandos, son los responsables de educar, mantener y controlar una cultura preventiva en sus organizaciones. Son los que deben velar por mejorar la percepción de riesgos en sus trabajadores. Deberán truncar los hábitos adquiridos y con el tiempo cambiarlos por actos y actitudes seguras que no representen riesgos, accidentes y costes a las organizaciones.

Los buenos líderes conocen todas sus fichas. Conocen como influir en todos y cada uno de sus trabajadores. Conocen sus necesidades y sus competencias. Son estrategas, y saben cómo desarrollar a sus colaboradores haciendo uso de la escucha activa y de la complicidad con sus equipos para lograr un objetivo común. Pero ¿qué ocurre si esto no es así?

Consecuencias de un Liderazgo Preventivo deficiente

Es fundamental que cada líder conozca su papel y su rol en la organización. Cuando esto no ocurre, todo ello se verá reflejado en una ola de costes monetarios como no monetarios que tendrán una influencia directa en la productividad y la competitividad de la organización.

Efectos y consecuencias monetarias

Dentro de los costes monetarios relacionados a la falta de un buen liderazgo preventivo en cada uno de los departamentos que componen la organización resaltamos los siguientes:

1. Los costes de reparación y acondicionamiento de maquinarias dañadas como consecuencia de un accidente laboral.

2. Aumento del absentismo y de los costes asociados a sustitución y formación de los suplentes de los trabajadores ausentes.

3. Costes económicos asociados de la baja por enfermedad de los trabajadores.

4. Pago de horas extraordinarias.

5. Pagos extraordinarios a la Seguridad Social (en España).

Efectos y consecuencias no monetarias

Dentro de los costes no monetarios asociados a la deficiencia de un buen liderazgo preventivo en la organización identificamos los siguientes:

1. Deterioro del clima laboral y aumento de conflictos

2. Pérdida del talento y desarraigo del trabajador para con la organización

3. Aumento del presentismo

4. Rotación de personal

5. Jubilación anticipada e incapacidad

6. Compensaciones no dinerarias a las víctimas

Así pues, las consecuencias de no saber cómo Liderar la Prevención, pueden ser muy graves, afectando directamente a la productividad y competitividad de tu empresa.

¿Cómo ejecutar un buen Liderazgo Preventivo?

Es importante que tengas presente los efectos negativos que pueden derivar de un “incorrecto” liderazgo. Pero, no debemos quedarnos estancados en lo negativo. Como me gusta decir, pasemos a la acción. 

Realmente, el liderazgo preventivo no exige más que tu compromiso e implicación. Esto se podría concretar en: 

1. Sé un buen comunicador. Asegúrate de que cada líder (dirección y mandos) de tu organización conozca su papel y su rol con claridad. No olvides también escucharles activamente. 

2. Sé influyente. Implica a la cadena de mando en velar por la seguridad y salud de sus trabajadores, promoviendo comportamientos saludables dentro y fuera del trabajo. 

3. Trata a las personas siempre con dignidad y respeto. Nunca olvides compartir y celebrar los logros alcanzados de tus trabajadores, tanto desde la vertiente cualitativa como cuantitativa. Un buen líder tiene complicidad con los suyos.

4. Trabaja activamente en la mejora de la percepción del riesgo de mandos y trabajadores.

5. Nunca olvides que la seguridad y la salud de tus trabajadores es tu mayor y mejor activo. ¡Es parte de tu rol protegerlos!  

6. Apuesta por formación, mentorings y coaching preventivos como fuente del desarrollo de competencias. Trabajadores continuamente educados y formados aseguran una buena cultura preventiva que permanece en el tiempo.

7. Por último, asegúrate de controlar y medir todos los resultados de tu empresa. Un buen líder conoce todos los aspectos de su empresa.

Xavier Pladevall