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21
Ago, 2025
La seguridad y salud en el trabajo es un derecho fundamental. Sin embargo, los sistemas de prevención siguen anclados en modelos que no reconocen las diferencias biológicas ni las desigualdades estructurales que afectan a mujeres y hombres. La exposición a riesgos laborales no es neutra, y abordarla sin perspectiva de género supone perpetuar un sistema que invisibiliza y desprotege.
Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) junto a la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), alerta sobre la falta de enfoque de género en los marcos normativos, las prácticas preventivas y la gestión de la salud laboral. Esta brecha de género en la prevención pone en riesgo la integridad de millones de mujeres trabajadoras, especialmente en sectores feminizados, precarios o poco reconocidos como el trabajo de cuidados, la limpieza o la educación.
Históricamente, la medicina laboral y los sistemas de evaluación de riesgos se han basado en un modelo masculino estándar. Como destaca también la Guía para la integración de la perspectiva de género en PRL del IRSST y Foment del Treball, esto se traduce en herramientas, metodologías y equipos de protección individual (EPI) diseñados para hombres, ignorando características anatómicas, fisiológicas o sociales específicas de las mujeres.
Esto provoca diagnósticos tardíos, sobreexposición a determinados riesgos y una falta de medidas eficaces para prevenir enfermedades que afectan de forma distinta a unas y otros. Por ejemplo, las mujeres presentan tasas más altas de trastornos musculoesqueléticos, ansiedad o fatiga, derivadas de la carga física y emocional en sectores con gran presión organizacional o turnos fragmentados.
Tanto la OIT como la guía estatal coinciden en señalar un patrón preocupante: los sectores feminizados han quedado fuera del foco de la prevención. Mientras los sectores masculinizados han recibido atención prioritaria, aquellos donde trabajan mayoritariamente mujeres han sido ignorados por los estudios de riesgos y los planes de acción.
El trabajo de cuidados, por ejemplo, implica riesgos ergonómicos, emocionales y organizativos de gran impacto, pero escasamente valorados. A esto se suma la falta de corresponsabilidad en los cuidados familiares, que intensifica la doble carga física y mental de muchas mujeres trabajadoras.
La OIT y diversos organismos estatales han emitido propuestas claras para avanzar hacia una seguridad laboral más equitativa. Algunas de las recomendaciones más relevantes son:
En Europreven asumimos el compromiso de promover una prevención inclusiva, sensible al género y basada en datos reales, no en estereotipos. Avanzar hacia entornos laborales seguros significa también desmontar sesgos históricos y garantizar condiciones laborales que respeten las diferencias sin perder de vista la igualdad de derechos y oportunidades.
La salud laboral no puede seguir siendo definida desde una única mirada. Es momento de impulsar diagnósticos más precisos, formación con enfoque de género y decisiones basadas en evidencia científica que reconozcan todas las realidades del mundo del trabajo.
Avanzar en igualdad también es prevenir mejor. Construyamos entornos de trabajo donde cada persona esté segura, sin importar su género. Porque la salud laboral, para ser justa, debe ser inclusiva.
Director Europreven Alcoy
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