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En el 2018, en este blog, y al hilo de una noticia publicada en el diario “The Guardian”, comentábamos que, una mercantil Neozelandesa de doscientos cuarenta empleados, y dedicada a la administración de fideicomisos, testamentos y planificación patrimonial, probaron una semana laboral de cuatro días en marzo y abril de este año (2018), trabajaron cuatro días, ocho horas, pero se les pagó cinco.

Acababa mi artículo de opinión con la conclusión de que, “a veces, elementos como la conciliación, y los hábitos saludables, etc, son la clave para el buen funcionamiento empresarial, y desde luego este estudio, invita a la reflexión para que, en un futuro cercano, y en un entorno social y profesional más maduro, quien sabe si más empresas comenzaran con esa jornada de cuatro días....”

Ahora leo estas palabras y a continuación de, ….. “en un futuro cercano, y en un entorno social y profesional más maduro…..”, añadiría que además, se diera un clima social, laboral y sobre todo económico más sereno y estable desde luego, del que tenemos a día de hoy (principios de 2021).

Hoy, a pesar de estar agonizando en una crisis económica sin precedentes desde la segunda guerra mundial, parece que algunos partido político, aboga, como una medida de crecimiento económico, por reducir la jornada laboral un 20%. Esto, no es ni más ni menos que lo que desde hace años, en determinados sectores productivos, se viene estudiando hacer, pero desde luego, bajo ningún concepto puede ser viable en una situación como la de ahora, aunque sea a expensas de recursos económicos del fondo social europeo, y que tanta falta hacen en otras cosas. 

En mi opinión, esta medida debería surgir de las propias empresas, de la patronal, llegado el momento, con determinados beneficios de la administración para su fomento (reducciones de cuotas..etc,), sí, estoy de acuerdo, pero en un contexto económico y social diferente, desde luego, al actual.

Y es que el peligro de esta medida es, que es demasiado jugosa como para que, desafiando el sentido común empresarial y de coyuntura económica, determinados sectores políticos, normalmente populistas, quieran llevarla como bandera, con independencia de la desgarradora crisis económica en la que nos encontramos y la endeble salud empresarial..

 Así, no ha de extrañarnos leer en prensa afirmaciones como las del líder político que quiere llevar esta medida a cabo y que afirma que “Hay que acabar con esta cultura del presentismo”…. Yo no sé ustedes, pero a mí, esa frase, dicha por quien nunca ha pisado una empresa, me suena a más de lo mismo. 

En concreto, el Gobierno ha comprometido un proyecto piloto de alcance nacional de 50 millones de euros, dentro de la tramitación de los fondos europeos, con el fin de apoyar a las empresas que quieran impulsar una reducción de la jornada laboral de sus empleados….y creo que ya todos tenemos en la cabeza qué empresas se van a merendar esos 50.000.000€.. para cubrir los costes salariales derivados de esta reducción, de forma que no tenga coste ni para el trabajador ni para la empresa (solo para los contribuyentes), y ayudando a transformaciones que se requieran para reorganizar la producción o avances en digitalización para mejorar la productividad.

En la misma línea, el mismo político, afirma que “No creemos que la riqueza dependa del número de horas, de hecho, cada vez trabajamos menos horas y generamos más riqueza. Depende de la productividad y la tecnología, y también de que los trabajadores trabajen en mejores condiciones”… Oír esto de boca de quién no ha pisado una empresa en toda su vida, y vive del erario público, da, cuanto menos, vértigo.

En fín, sigamos trabajando y dando lo mejor de nosotros mismos para sacar nuestras empresas adelante, a pesar de tantos ideólogos desde detrás de la barrera.

Acompaño el artículo de octubre de 2018 de este Blog:

Jornadas Laborales de Lunes a Jueves? Utopía

Tomas Rosser