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12
Ago, 2025
En el entorno laboral actual, cada vez más digitalizado y sedentario, pasar largas horas sentado frente a una pantalla se ha convertido en la norma. Sin embargo, esta aparente inmovilidad tiene un coste silencioso: fatiga física acumulada, falta de concentración y un aumento progresivo del estrés laboral. A pesar de hacer pequeñas pausas, muchas veces estas no son suficientes para que cuerpo y mente se recuperen realmente. El resultado es un desgaste que no siempre se nota al momento, pero que impacta directamente en la salud psicosocial de las personas trabajadoras.
La buena noticia es que existe una estrategia preventiva eficaz, sencilla y al alcance de cualquier organización: el descanso activo. Lejos de ser un simple ejercicio físico, se trata de una medida integrada en la jornada laboral que favorece el bienestar físico y emocional, mejora el rendimiento y reduce el riesgo de lesiones y agotamiento mental. En este artículo te explicamos cómo aplicarlo, su vínculo con los riesgos psicosociales y por qué incorporarlo puede transformar el día a día de tu equipo.
El cuerpo humano no está diseñado para permanecer inmóvil durante horas. Sin embargo, el entorno de trabajo moderno —especialmente en oficinas, atención telefónica, entornos administrativos o tareas repetitivas— fomenta la inactividad física y la fatiga mental continuada. Y eso tiene consecuencias: contracturas, rigidez, dolores persistentes y un agotamiento silencioso que va más allá de lo físico.
Según la NTP 916 del INSST, incorporar el descanso activo durante la jornada laboral es una medida efectiva para combatir tanto el deterioro físico como el desgaste mental. Pequeños gestos como levantarse, estirarse, moverse o respirar de forma consciente pueden marcar una gran diferencia.
No se trata solo de músculos o articulaciones. La falta de pausas reales alimenta el estrés, la irritabilidad y la saturación emocional. El trabajo continuo sin descanso de calidad debilita la capacidad de concentración y favorece un estado de alerta permanente que puede derivar en problemas más serios como el agotamiento emocional o el síndrome del trabajador quemado.
En términos preventivos, hablamos de riesgos psicosociales: condiciones del trabajo que afectan negativamente la salud mental, emocional y social de la persona trabajadora. Y aunque muchas veces se evalúan con cuestionarios, también se manifiestan en hábitos corporales, tiempos de pausa y cargas que nunca se descargan.
Promover pausas activas no es regalar minutos ni perder productividad. Es todo lo contrario: es crear condiciones para que el equipo rinda mejor, con mayor enfoque, menos errores y más bienestar. Caminar, cambiar de postura, hacer respiraciones conscientes o liberar tensión muscular no solo ayuda al cuerpo: le da un respiro a la mente.
En Europreven lo sabemos bien: prevenir no es solo cumplir con evaluaciones, sino transformar hábitos laborales que desgastan en prácticas saludables que sostienen.
Aplicar la prevención psicosocial en el día a día requiere coherencia. Una política de pausas activas bien diseñada, acompañada de formación, ejemplo desde los mandos y espacios adaptados, puede ser la diferencia entre un equipo agotado y un equipo que responde con energía.
La salud no se improvisa. El bienestar no es un lujo. Y el descanso activo, lejos de ser un simple detalle, puede ser una de las herramientas más eficaces para cuidar de las personas… y de la organización.
Gerente Europreven
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